miércoles, 3 de octubre de 2012

Tecnostress Digital

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Hace ya un tiempo, la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford advertía sobre la adicción a las nuevas tecnologías. Decía que más del 25% de los adultos en EE.UU. hace un “uso problemático” de ellas. Por ejemplo, un alto porcentaje confiesa que se conecta para escapar de los problemas del mundo real, y que su uso perjudicó sus relaciones con otras personas. Es algo generalizado. Ahora, un amigo médico me comentaba que el tema ya está muy estudiado y ampliado, y me enviaba un interesante estudio (La Nación, 15-junio-12) sobre las modernas TIC (Tecnologías de las Información y Comunicación), que para muchos son razonablemente parte imprescindible de nuestro mundo personal, pero para muchos otros ha llegado a ser algo capaz de controlar su espacio más íntimo (desde el funcionamiento neurocognitivo a la expresión emocional, pasando por las relaciones familiares). Señala que los casos de tecnoestrés están en aumento. Mal de la era digital que se manifiesta como ansiedad, nerviosismo, fatiga y hasta adicción. Hoy, a nadie sorprende ver a personas que están todo el día con el teléfono en la mano como si fuera una extensión de su cuerpo. Hay quienes no apagan sus equipos ni siquiera en el cine o en las salas de internación médica, donde están expresamente prohibidos. También hay casos de personas que pasan largas horas frente a la computadora, sin poder dejar de chequear y actualizar las redes sociales. Bien es cierto que el avance tecnológico facilita en muchos aspectos la vida de los usuarios, pero la relación persona-aparato puede volverse patológica: este es el tema. Los profesionales consultados coinciden en que las consultas por este tipo de casos están en aumento: “Me ha sucedido de estar atendiendo a un paciente al que le suena el celular; ofrece disculpas, pero responde a la llamada dándole prioridad al diálogo que está manteniendo conmigo acerca de su salud. Tras finalizar la conversación, el paciente apaga el celular, pero en cuestión de segundos, otro teléfono en uno de sus bolsillos empieza a sonar”, ejemplifica el Dr. Daniel López Rosetti, presidente de la Asociación Argentina de Medicina del Estrés. El tecnoestrés puede manifestarse de diversas maneras: tecnoansiedad, que es la tensión derivada por el uso extremo de las tecnologías y que se revela, por ejemplo, en la necesidad imperiosa de responder un mensaje de manera inmediata más allá del contexto y de que la respuesta no sea de carácter urgente. Es también un estado de nerviosismo que, precisamente, desencadena la falta de conexión. Otra señal es cuando la misma persona empieza a preocuparse por no poder desconectarse, y siente un vacío cuando se le olvida el teléfono, explica un profesional, que ha decidido no tener celular. Podríamos concluir que si la tecnología de la comunicación es instrumento al servicio de la persona, es útil. Pero si la persona es un instrumento al servicio de la tecnología, tenemos problemas. De cada uno depende; pero es problema real y que afecta también a quienes lo rodean a uno.

3 comentarios:

  1. muy interesante este articulo!!es algo que cada vez pasa mas seguido!!cada vez es mas dificil no depender de la pc, el celular, etc!

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  2. muy interesante! se ve mucho en esta epoca...

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  3. exelente mi querido watson!!!

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